Más de veinte años de trayectoria han consolidado a Mujercitas Terror como bastión indiscutido del post-punk argentino del siglo XXI. Referencia inevitable para cualquier grupo que aspire a sostener su ímpetu y credibilidad indeclinables, Mujercitas Terror nunca para. Durante el tiempo más absurdo, cuando una enfermedad inédita parecía arrasar el mundo como una plaga, comenzaron a desprenderse los primeros vapores de lo que hoy es Nubes de Alcohol, el nuevo disco de Mujercitas Terror que tal vez sea el mejor de toda su carrera.
La soledad absoluta como «lejano, limpio y triste» refugio del olvido, los sueños ocultos vueltos sutiles pesadillas, o la figura fantasmal de un cantante que por las noches derrama su dulzura sobre los techos de las casas, se entrelazan sutilmente en ese enrarecido tapiz mental de paisaje y personajes desolados que Mujercitas Terror tan bien caracteriza.
Solo que esta vez, gracias al inagotable genio de Shaman Herrera, esos ambientes parecen gozar de un espacio novedoso: una amplitud más diáfana para las melodías más dulces o etéreas; un sonido más oscuro y tubular si la canción pide otro movimiento, otra velocidad.
Como en el tema «Nunca más allá», Mujercitas Terror parece enumerar, como pétalos de una flor marchita, distintos lugares, colores y estados de conciencia que nada tienen para ofrecer cuando la felicidad se encuentra, no en otra parte, sino en la prístina síntesis de un riff de guitarra perfecto.
El arte de tapa de Nubes de alcohol, igual que en discos anteriores, fue realizado por Daniela Zahra, bajista y cantante de la banda, que completa el imaginario onírico y pesadillesco de cada entrega con su gráfica inquietante.
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